En el mes de la diversidad ¿Hay un lugar Gayfriendly en San Miguel?

En el mes de la diversidad ¿Hay un lugar Gayfriendly en San Miguel?

San Miguel no cuenta con lugares exclusivos para las parejas LGBT+, y no es que se discrimine a la comunidad sino que simplemente no han ocurrido; y si los hubo, como aquellos que recuerdan el bar Cien Ángeles; cerraron por situaciones diversas que iban desde falta de permisos, hasta la poca concurrencia. 

 

Por cierto quienes recuerdan aquel bar sobre calle Mesones, en el espacio que ahora ocupa Mala; en sus anécdotas está el comentario: “si ibas al Cien Ángeles, había tres personas: el bartender, el de la taquilla, y tú” luego ríen. En tema de bares, hubo otros espacios que la comunidad comenzó a tomar, pero luego por regulaciones, cerraron. 

 

Lo cierto, es que probablemente esa falta de espacios, ha hecho que casi todos los lugares de la ciudad abracen a la comunidad LGBT+.

 

Evidentemente habrá quienes no recomienden algún espacio por la mala experiencia que hayan pasado. Y es que, aunque haya capacitaciones a través del Consejo Turístico, o la Asociación de Hoteles, pareciera que el tema ha permeado, pero no tanto. Los comentarios despectivos (privados) son frecuentes, sobre todo de los hombres, cuando se ve por la calle a una pareja tomada de la mano. 

 

Pero si alguien quiere sentirse cómodo, uno de los lugares que abraza al cien, y abiertamente al sector, es Muro Café. Entre otros. 

 

Tratar a los demás, como quieres ser tratado

 

Café MuRo es un lugar completamente gayfriendly. Atención habló con los propietarios: Gerardo Arteaga, y Carlos Muro. Indicaron que su espacio, es un restaurante abierto a todos. “No solo ofrecemos un trato especial sino que damos igualdad. Creemos que todos somos seres humanos, y cada quién vive su vida como quiere; y no es bueno que nadie discrimine, y menos en una ciudad tan multicultural y de avanzada como San Miguel”. 

 

De hecho recordaron que hace algún tiempo se enteraron que en un conocido establecimiento del centro de la ciudad—por besarse en público—a una pareja homosexual le pidieron abandonar el lugar. “Al enterarnos de esto pensamos que: es tarea de todos ayudar a terminar con ese flagelo de odio, pues todos trabajamos para vivir, todos tenemos el derecho de habitar en un ambiente de inclusión, respeto y protección”, comentaron Arteaga y Muro. 

 

También remarcaron que los negocios en la ciudad, deben tomar ya la iniciativa de “abiertamente decir que toda persona que habita y visita la ciudad merece la misma protección y acceso a la seguridad que San Miguel ofrece”. En cuanto al restaurante que administran, han resuelto adoptar como código que es su responsabilidad tratar a todas las personas por igual, ser abiertos y aceptar a todos, independientemente de su raza, ideología, religión, u orientación sexual. Nuestra regla de oro: “Trata a los demás de la misma manera que quieres ser tratado”.

 

Como parte de la aportación de Café MuRo a la comunidad LGBTQR+ sanmiguelense (de acuerdo con Muro y Arteaga) “podemos decir que estamos muy orgullosos de que el Colectivo 41 de San Miguel de Allende prácticamente haya nacido en uno de los comedores de nuestro negocio, y que a lo largo de nuestros 11 años de historia siempre hemos estado ahí para apoyar entusiastamente a la comunidad de la que formamos parte”. 

 

Continuaron “como propietarios de Café MuRo hasta ahora hemos sido afortunados pues, nunca hemos experimentado discriminación alguna. Creemos que en la vasta mayoría del mundo culinario sanmiguelense puedes ser quien quieras y amar a quien quieras. Creemos firmemente que hasta ahora nuestra orientación no define quiénes somos como personas o emprendedores”, comentaron. 

 

Sobre la locación; y para comer

 

Café MuRo tiene locación en medio de uno de los más tradicionales y antiguos barrios de San Miguel—El Obraje. El edificio está inspirado en arquitectura mexicana contemporánea. Cuenta con grandes ventanales de cristal y luz natural. El toque distintivo del edificio es la terraza. Ésta entrega a los visitantes una vista única de la ciudad; otro plus es el viejo acueducto de acero forjado que, hace decenas de años surtía de agua a las máquinas de la entonces fábrica textil de La Aurora, ésta venía de presa Las Colonias. 

 

 “Al final del día, en el Café MuRo nuestro estilo de cocinar refleja la antigua tradición mexicana de combinar ingredientes únicos y frescos para producir sabores inolvidables” comentan Juan Carlos y Gerardo que, cada día se ven dando trato directo a los visitantes del lugar. 

 

Entre los platillos que ofrecen, hay varios que son receta familiar: Los Mojados, por ejemplo, son bolillos de harina de trigo, sumergidos en salsa de frijol negro, y rellenos con cerdo en pibil. El toque es una cubierta de queso ranchero y crema ácida. También, cuentan con carne de cerdo estilo Doña Chela (nombrada en honor a la mamá de Carlos) y que consiste en trozos de carne de cerdo frita y cocinada en salsa de chile guajillo, acompañada de otros ingredientes—secretos—y frijoles de la olla que, contribuyen a darle al platillo un sabor “para chuparse los dedos”.

 

Este restaurante, es el único en San Miguel, que sirve Caldo de Zorra (también conocido como Capón). Es un platillo tradicional en Guanajuato, y no es otra cosa más que una sopa caliente, que usa el xoconostle como base, y se le agrega: papa, una variedad de chiles secos, tomate verde, y remata con frijoles negros de la olla. También hay las gorditas rellenas con pico de gallo, frijoles negros, nopales cocidos, y queso fresco, cubierto con una deliciosa salsa de árbol. 

 

Concluye Carlos y Gerardo “humildemente creemos que Café MuRo no es otro restaurante más en la rica oferta culinaria de San Miguel, pues se ha convertido en un refugio donde nuestras tradiciones culinarias y herencia cultural se han convertido en un espacio de reunión y disfrute para la gente de todo el mundo sin distinción alguna. 

 

Sabemos que nos gusta la buena comida y estamos orgullosos de poder servirla y disfrutarla cada día. Esperamos a todos con los brazos abiertos y una sonrisa para decirles de todo corazón. ¡Buen Provecho!”

 

Todo comenzó en 1945

 

Era un Martes Santo de 1945, cuando en San Miguel de Allende se abrió el primer restaurante (Buganvilia); era de la familia Arteaga. La especialidad, comida mexicana y el concepto fue tan exitoso que, en unos años se abrió el Mesón de Buganvilia para rápido inaugurar Buganvilia Dos. Entre las cocinas, los colores y los sabores tradicionales de esta tierra, creció Gerardo Arteaga, un restaurantero Sanmiguelense que heredó el gusto no nada más de la atención y servicio al cliente sino de la comida de este país. 

 

Arteaga, compartió su historia y la de Muro Café con Atención; recordando cómo cuando estudiaba preparatoria en Guanajuato, quería huir del olor a mango que había en las habitaciones de la casa de asistencia en que vivía, entonces su refugio era la cocina de “Doña Chole” en la misma casa. Aunque no le gustaba la cocina, allí comenzó a enamorarse del arte culinario mexicano, de las mezclas y del sabor, aunque nunca se visualizó como un propietario de restaurante (a pesar de que su familia le decía que estudiara restaurantería y turismo en lugar de abogacía). 

 

En Tulane University, Arteaga era el extranjero y fue electo presidente de la comunidad estudiantil extranjera; la primera idea “organizar un concurso de comida típica de cada país para recaudar fondos”. Allí cocinó un mole “mezcla de muchos chiles, que era todo, menos mole”, que perfeccionó más tarde. Regresó a México, ejerció abogacía y después quiso tener su propio restaurante; aunque la política no le es ajena—es presidente del Partido Acción Nacional, y ha participado en el Ayuntamiento. 

 

El primer karaoke “en forma” en la ciudad, lo abrió Arteaga con su hoy compañero de vida, Carlos Muro. Al venderlo, quiso comprar el restaurante familiar Buganvilia, sin embargo, no sucedió. Así que, indicó emocionado en la entrevista con Atención, la vida lo llevó al lugar indicado para encontrar el espacio perfecto para materializar esa idea de tener un restaurante, que además del sabor— “transporta al pasado y al origen; que llevara a los comensales a recordar a los ancestros y su sazón”—ofreciera desayunos “todo el día”. El espacio lo esperaba en Loreto. 

 

En esa calle estuvo ese Muro Café, restaurante en el que el primer cliente fue el reverendo Farley W. Wheelwright y su esposa Virginia; el lugar fue lo que soñaron. Gente de la política—local, estatal y nacional—de los medios de comunicación y la comunidad internacional amó y quedó maravillada con el restaurante; porque para Carlos y Gerardo, no fueron un número más, sino personas que estaban en busca de “buen trato, atención, calidad y comida basta” a precios razonables. 

 

Ahora, aquel bebé restaurante que llegó y operó por seis años y cinco meses, extiende sus alas para elevar el vuelo, para crecer su servicio y calidad, para consentir a las personas y ofrecerles una experiencia que no olvidarán, indicó Arteaga.