Las Obligaciones Irrelevantes que nos hacen ser quienes somos

Las Obligaciones Irrelevantes que nos hacen ser quienes somos

Pasa el tiempo y no deja de sorprenderme la capacidad que tenemos, nacionalmente, de hacer drama. Es casi una obligación. Los argentinos inventaron el tango, pero ni por asomo se compara con el dramatismo de Paquita la del Barrio, las telenovelas, el mariachi, o el desempeño de la selección nacional en los mundiales (sólo comparable con el de nuestros políticos).

 

En lo personal, he notado avances sustanciales en la disminución de la tendencia al drama gracias a técnicas que he llevado a niveles sublimes, lo que hace irrelevante esa obligación. Amable lector, comparto entonces esta valiosa información, esperando sea de utilidad para usted y los suyos, y logremos así un país libre de dramas. Dicen que el aprendizaje es mejor por medio de la teoría acompañada de la práctica, sin embargo, no tengo tiempo (ni presupuesto, ni ganas) de ir a domicilio a que me hagan dramas para luego demostrarles cómo me importa un cacahuate. Por lo anterior y confiando en su discreción, ejemplifico situaciones de mi vida personal.

 

El primer recuerdo dramático que tengo es de mi infancia; mi madre me trajo de los “llunaited” una pelota colorida que rebotaba muchísimo, de esas que no se conseguían acá. La arrojé al piso con todas mis ganas y vi que salió por la ventana, rebotó en el patio para elevarse con velocidad y dar en la pared del vecino de al lado, luego pasar al vecino de atrás y, finalmente, cruzar el cielo hacia la colonia aledaña. Sentí un hueco en el estómago y mis ojos se llenaron de lágrimas. Agarré lo primero que tenía a mano y lo arrojé a la pared, con la sorpresa de que rebotaba aún mejor (era un cheque de hule que le habían dado a mi madre). A esto se le llama sustitución, si encuentra a su pareja con alguien más en la cama, muy simple, consígase otra mejor y drama finito.

 

El segundo ejemplo ilustrativo es de mi adolescencia. Al llegar a una fiesta venía soñado con mis zapatos nuevos (me había costado mucho comprarlos), y para probar su sistema de impacto, aventé un objeto para patearlo cual pelota de fut. Mi zapato salió volando a la cañada profunda, tupida de vegetación y alimañas. Dándolo por perdido, arrojé el otro zapato y disfruté de andar descalzo en contacto con la madre Tierra, desarrollando mi espíritu ecologista. A esta práctica se le llama adición. Si encuentra a su pareja siendo infiel, súmese, diviértase y abra su mente.

 

La tercera forma de salir del drama es por confusión. Un día que iba rayando a un concierto donde cerraban las puertas en punto para no interrumpir por los que llegan tarde, se me cruzó una señora en el tránsito, tan lentamente, que uno que quiso rebasar por la derecha le chocó quedando atorados. Quería ahorcarlos. Conté hasta diez, pero en el cuatro mi deseo era mayor; mejor conté hasta 100 pero no en números naturales, sino por medio de fórmulas para saber la inercia de la señora, la aceleración durante el rebasé, y el número de compases referidos a la partitura que ya se estaba tocando. Olvidé el coraje. Si halla a su pareja montada sobre alguien que no es usted, cuestióneles si se aseguraron de no tener enfermedades venéreas, de no ser grabados por la ventana, de estar quedando embarazados, o de que su suegra pase a ser la suegra del tercero.

 

El último y más radical de los ejemplos: me fui a vivir a Tepoztlán y la primera noche escuché a través de la pared del vecino, disparos. Me enteré en la mañana de que don Paco había llegado de sorpresa de un viaje, se encontró a su mujer en la cama con su compadre a todo lo que da, y los mató en el acto, como dice el chiste. Si bien esta solución no es la más aconsejable en términos legales y morales, sin duda es muy eficaz. Se llama acabar con el problema desde la raíz.

 

Muy bien queridos lectores, les dije que compartiría mi conocimiento, pero nunca dije que sería gratis; es hora de pasar el sombrero, así que por mail les mando mi número de cuenta.

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