Por Jesús Aguado e Isobel McClancy
Ramón tiene once años y vive en San Miguel de Allende con su familia (mamá, papá, abuelos, y una bebé). Son cuidadosos en el tema del COVID. “Estaremos bien”, dice su abuelo, “¡no se preocupen! Mantengámonos en familia. Aunque con el COVID, realmente no podemos saber”. Ese mismo día, alrededor de la 1pm, Ramón y su padre estuvieron expuestos a 16,525 personas. Veamos cómo estuvo su día.
La familia despertó, se vistió, y comió el espectacular desayuno preparado por la abuelita—ahí había seis personas. Esa mañana, Ramón fue con su padre para ayudarle en un trabajo de carpintería. Ahí estaba el equipo de obra: su tío, su primo, y un señor que se especializaba en trabajos de herrería. Ramón no conocía a este hombre, pero notó que fumaba un cigarro tras otro, y además tosía—3 personas más.
Alrededor de las 11am, su padre lo envió a la tienda de la esquina a comprar unos refrescos. Ramón se topó con ocho personas en su corto caminar a la tienda (8 más).
En la tienda sin ventanas, había dos personas trabajando. El tendero preparó su orden, y la cajera cobró, entregó el cambio y las bebidas. (2 más).
En su regreso al lugar de la obra, Ramón pasó junto a seis personas. A su llegada, entregó a cada uno su refresco, y el cambio a su papá. (6 más). Luego fueron a comer a la 1pm.
A esa hora, Ramón había estado a menos de 1.5 metros de distancia de 25 personas; entonces tuvo 25 oportunidades de contagiarse por COVID ¡antes de la una, en un solo día! Pero… espera.
Cada una de las personas con quienes interactuó, habían también tenido contacto por lo menos con 25 personas, entre familia, colegas y extraños.
25X25=625
Ramón, indirectamente interactuó con 625 personas; y cada una de ésas, había estado expuesta a menos de 1.5 metros de 25 más. Eso da un total de 15,625 exposiciones en un solo día, a la 1pm.
Su abuelo, le había asegurado que todos estarían seguros dentro de la familia, y sonó reconfortante (excepto a la cara de la cambiante pandemia) esperando que lo bueno no fuera peligroso. Incluso peor, que pudiera cobrar la vida de su papá o abuelo.
¿Quién de ellos tenía COVID?
El herrero mostró síntomas, pero:Cualquiera de las personas con quien Ramón estuvo a menos de 1.5 metros de distancia pudo haber tenido y transmitido el COVID sin mostrar ningún síntoma.
Los grupos con enfermedades crónicas, pueden contagiarse y morir rápidamente.
Algunas víctimas de COVID podrían solo sentir un resfriado y tratarlo en casa, pero 15 por ciento de estos casos leves, han experimentado secuelas como: mareos, alucinaciones, lagunas mentales, y dolor que persiste en el pecho por meses, llevándolos a un hospital.
Y puedes resultar negativo en una prueba hoy, pero contraer el virus de un peatón y luego contagiarlo a tu familia.
Hasta que la vacuna llegue, nadie está seguro. La única arma que tenemos es la certeza de que menos gente morirá si cada uno se compromete a hacer cosas simples.
La supervivencia de los que amamos, depende solo de que cada uno haga su parte.
Si todos nos comprometemos a usar cubrebocas, distanciarnos socialmente, cortaremos a la mitad el número de personas que morirán en los siguientes tres meses, acorde a las proyecciones.
Esto es demasiado importante para ser egoísta.
Vive, y deja vivir.
El Monstruo Covid de Invierno, es una iniciativa ciudadana entre extranjeros y mexicanos que pretende evitar hasta 400 muertes por COVID-19 en este invierno.