Foto: Sergio Tovar
“Valdría la pena comprometer al rector de la UNAM para que nos apoye con el museo paleontológico, que se pueda llevar acabo en Atotonilco, pues ya están las hectáreas. Que fueron donadas, donde se encuentran los vestigios. La donación va en el sentido de que fuera para un fin educativo.”—Gobernador Diego Sinhue Rodríguez.
Pocos saben que sobre la carretera de San Miguel de Allende a Dolores Hidalgo se encuentra una zona paleontológica. Un lugar de unas tres mil hectáreas donde descansan los “gigantes,” como le llaman los pobladores a los huesos de animales enormes que alguna vez habitaron el lugar en la prehistoria.
Son estos pobladores de la zona quienes ahora vigilan el sitio, pues los saqueos, para venta o regalos ilegales fueron constantes en el pasado. Incluso, el desconocimiento sobre qué era lo que ahí se encuentra, llevó a algunos pobladores, hace unos 50 años, a moler los huesos y hacer un té, que usaban contra el espanto.
El terreno, que se encuentra cerca de Atotonilco, donde se encuentran los restos óseos ha sido donado ya al ayuntamiento por un sanmiguelense (el donador prefiere mantenerse en el anonimato), con la intención de que ahí se construyera un museo paleontológico.
Sobre esto se pronunció la semana pasada el gobernador del estado Diego Sinhue Rodríguez Vallejo durante el acto protocolario de colocación de la primera piedra de la Universidad Nacional Autónoma de México—en San Miguel—. Durante el acto autoridades de la máxima casa de estudios se encontraban presentes, incluido el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, de quien se dice atestiguó el descubrimiento de los “gigantes:” Conozco la zona, algunos fósiles. Comenzamos a trabajar y se quedó en la donación. Hoy me da gusto saber que ya está. El espacio debe preservarse, estudiarse, trabajar. Un museo paleontológico tenemos en Puebla. La zona de Guanajuato es rica en fósiles. Debo ver el proyecto, la parte económica y académica, y entonces llegaremos a la solución. Si no se preserva el espacio, se pierden las piezas.
Todo comenzó aquí
Hace unos 47 años, el doctor Óscar Carranza, investigador de la UNAM comenzó a investigar una colección de Vertebrados Fósiles. En 1973 viajó a San Miguel de Allende, donde comenzó a trabajar en lo que cataloga, dentro del tema de restos fósiles como “una de las zonas más importantes de toda Norteamérica,” por la cantidad de especies ya identificadas en el lugar. El periodo al que pertenecen estos restos es el Terciario Tardío que comprende de hace 23 millones de años hasta hace 1.8.
“Si pudiéramos viajar cinco millones de años al pasado, a lo que hoy es el centro de México, nos encontraríamos en un paraíso. El lugar no era tan seco como en la actualidad; había agua en abundancia y, por lo mismo, crecían muchas más plantas, las cuales eran capaces de sostener a una masa de animales mucho mayor de lo que hoy se podría en condiciones naturales”, declaró el investigador el doctor Carranza—para UNAM global.
En un comunicado, la UNAM establece que ya en 1870 en San Miguel se habían descrito algunos ejemplares, y continúa “hoy, el área de San Miguel de Allende es la más importante de México en lo referente a ese periodo, por tener una característica estratigráfica única en toda América del norte: existen depósitos de fósiles continuos de cuatro millones de años”.
¿Cuáles son los gigantes?
En el documento Paleomastozoología de la Cuenca de San Miguel de Allende, estado de Guanajuato, sus contribuciones: el intercambio biótico entre las Américas escrito por Carranza Castañeda, se establece que en la zona de estudio se han recolectado restos de
Un gran perezoso (Glossotherium) que es un género extinto de perezosos gigantes en Rancho el Ocote. Estos animales podían medir hasta seis metros de largo de cabeza a cola; su peso era de hasta seis toneladas, y se alimentaba de vegetales.
En Los Corrales, se recolectó una concha de un pampaterio, que era un animal emparentado con los armadillos. Éstos mamíferos acorazados medían unos 3.5 metros de longitud; 1.5m de altura, y tenían un peso de hasta dos toneladas.
En la sección de Los Galvanes, en la localidad de Arroyo El Tanque, se recolectaron restos de Glossotherium, el roedor Neochoerus y del acorazado Glyptotherium (similar al pampaterio). En Arroyo de Belén, se recolectaron restos también de Glyptotherium, y diferentes placas del pampaterio Plaina.
En tanto, el texto asegura que“en la sección de Rancho Viejo se dieron a conocer los primeros registros de roedores caviomorfos, el capibara Neochoerus. Se describe una nueva especie Neochoerus cordobai, que representa una población de individuos de considerable tamaño”, entre otros hallazgos.
Los restos registrados por el investigador de la UNAM, acorde al rector Enrique Graue, están resguardados por la Universidad.
En busca de la megafauna
El espacio al que Atención tuvo acceso es extenso, en el que lo mismo crece un huizache que un cardón, tatalencho (planta medicinal) o cola de caballo. A la distancia se observa el cerro del Jobero y el Rondanejo. Después de pasar por caminos “secretos” y bien resguardados ahora por los habitantes, la tierra se abre y entonces aparece un arroyo con unos treinta metros de profundidad al que se debe bajar o subir de costado para no resbalar y caer. En uno de los espacios aparecen trocitos de un material distinto a la tierra compactada por la lluvia; son los restos de dos colmillos—si se excava un poco se puede ver la estructura.
Arturo Morales, experto en turismo de aventura, naturaleza y culturan en San Miguel nos acompaña. Señala el lugar en el que una osamenta casi completa, aunque no se sabe de qué animal, fue localizado; debido a derrumbes—pues la tierra es muy frágil—no está visible; comenta que es mejor que esté oculto, pues el área ya ha sido saqueada en varias ocasiones y el paradero de las piezas fósiles, que se estima en dos mil, se desconoce. Anteriormente las personas no sabían que el saqueo y la venta ilegal de piezas arqueológicas y paleontológicas en el país y en el extranjero pueden ser castigadas con multa de tres mil UMA o incluso 10 o 3 años de prisión.
Junto con Morales continuamos el recorrido para ver el resto de otro colmillo que ya estaba identificado, sin embargo, a pesar de la vigilancia de los vecinos; cuando llegamos a la zona, el resto fósil ya había desaparecido. “Seguramente los saqueadores o compradores no disfrutarán mucho de la pieza pues, cuando se extraen requieren de científicos que hagan la conservación ya que cuando salen “inmediatamente” se requiere de un trabajo de conservación y restauración, de lo contrario se hacen polvo,” comentó Morales.
Cuando la gente no estaba consciente sobre no robar los huesos, se los llevaban a su casa y los vendían; otros como don Sebastián Ramírez (comunidad de La Petaca) para evitar el robo, los resguardaban en su casa. Allí, en una cocina tiene dos partes de un colmillo, así como una parte de la mandíbula fósil. Ramírez comenta cómo de niño jugaba por el arroyo de la comunidad e indicó que era fácil ver huesos de gigante. En una ocasión, estaba guareciéndose de la lluvia en una pequeña cueva, cuando comenzó a excavar con sus manos y encontró restos fósiles. Sus antepasados le decían que los huesos de gigante eran buenos para el espanto; los molían y embadurnaban sobre la piel; otros preferían hacer té con esas osamentas.
Otras propuestas
El también activista y cuidador de la historia y cultura de San Miguel, Arturo Morales, se ha introducido en la historia de la megafauna por varios años, pero además trabaja en el proyecto Frontera Tierra Adentro que incluye sitios arqueológicos, construcciones virreinales, capillas, cascos de haciendas, entre otros. Morales encuentra loable la donación de la tierra para el museo, sin embargo más que una zona enclavada en Atotonilco, considera que se debe trabajar aún más, incluso en un proyecto como el que él, y otros asociados han planteado, una idea que haga a los locales partícipes de su historia, cultura, y riqueza.
Plantea que se pueden construir decenas de kilómetros de andadores y ciclovías para que los visitantes y locales puedan apreciar las joyas que no están dentro del centro histórico. La construcción de postas turísticas (espacios con servicio de estacionamiento, sanitarios, salas multiusos, entre otros servicios). Estaciones turísticas (con servicios de WiFi, renta de bicicletas, actividades lúdicas y didácticas, talleres y transporte). “Que los miembros de las comunidades deben ser empresarios de su propio patrimonio”, planteó. Que el proyecto sea integral.