Miel en medio del semidesierto

Miel en medio del semidesierto

En la frontera entre San Miguel de Allende y Dolores, se extiende una zona árida, en la que podría pensarse no crece nada más que cardones, yucas, gatillos, y plantas propias de la condición climática; y de las florecillas—dos veces al año—de esas plantas se colectan decenas de litros de miel que, luego se comercializan en la zona de tianguis del Mercado Ignacio Ramírez. 

 

Para llegar a la Estacada, hay que tomar la carretera San Miguel a Dolores, y luego girar hacia la derecha por la entrada a La Venta. Los residentes recuerdan que la carretera de pavimento se construyó cuando Vicente Fox—expresidente de México—fue gobernador de Guanajuato (cerca del 2000). Ellos lo vieron como un beneficio, porque la tierra es “caliche” y las polvaredas son una constante. Ahora saben para qué era. 

 

Los residentes también saben que en esa tierra blanca, hay los huesos de gigante, y es que científicamente—por la Universidad Nacional Autónoma de México—está probado que había agua hace millones de años, y por tanto animales de gran tamaño que, habrían muerto luego de la sequía por la erupción de volcanes. Ahora solo el polvo queda. 

 

Al ir recorriendo el camino asfaltado comienza a verse nopales, órganos, arbustos espinosos, magueyes, y uno que otro correcamino atraviesa la vía de comunicación. Podríamos pensar que así continuará la ruta, sin embargo de pronto la zona comienza a cambiar de color; se pone verde por el brócoli, lechuga, acelgas. Otros con grandes extensiones de tierra prefieren la alfalfa. “Para eso era la carretera, para entrar y salir con los productos” saben ahora los que viven en La Venta. 

 

Entre los cajones y los ahumadores

 

La carretera continúa, y hay que tomar terracería otra vez para llegar a La Estacada, una comunidad rural con unos 200 habitantes. Ahí, en un espacio de varias hectáreas vive don Víctor, con su esposa Lourdes, y sus hijos: Marlene, Víctor y Jesús que, ya están aprendiendo el oficio de apicultor, de hecho nos dieron el recorrido por su apiario. 

 

Don Víctor tiene más de cincuenta años; y más de 20 que se dedica a cuidar a las colmenas, claro que la recompensa es dulce. Recordó, durante nuestra visita que su papá un día decidió que se dedicaría a la caza de enjambres. Se puso a preparar los cajones—”agarraba cajas de madera para fruta o verdura, reducía las ranuras, y luego las embarraba con boñigas (heces de vaca). Los enjambres eran comunes, así que tocaba un riel para que se pararan, y luego la colmena entraba a la caja y comenzaban a producir miel”, dijo Víctor. 

 

Hace 20 años, cuando su padre faltó, él decidió ir a La Estacada—en medio de una zona semiárida—y comenzar a cazar colmenas. Ahora, de cada cajón puede extraer hasta 20 litros de miel. Claro que tuvo épocas complicadas cuando inició, porque justo por esas fechas fue la llegada de la abeja africana que mataba a las productoras de miel. “Ahora ya están cruzadas, y todas hacen miel” mencionó. 

 

La extracción de miel ocurre dos veces al año. La primera es al terminar la época de lluvia, esta cosecha es distinta, y es que toda la miel colectada viene de la flor de mezquite, y otras plantillas silvestres que crecen en la zona, así el color es más claro, casi blanco. La segunda cosecha ocurre luego que termina la primavera, el color y el sabor es distinto, dice don Víctor. 

 

¿Pero cómo mantener las colmenas en medio de la nada? Don Víctor explica que los apiarios tienen una cámara y de ahí nunca se extrae la miel porque es la reserva. De hecho tiene que revisar las colmenas frecuentemente porque en algunas ocasiones se quedan sin reina, y entonces todas las abejas comienzan a morir. Ahí, entonces debe cortar los enjambres de una colmena a otra, y de las abejas surgirá una reina. 

 

Algo importante, también dice es que a las colmenas se les alimente con miel—disuelta en agua durante la época de sequía—y es que hay personas que pueden hacerlo con azúcar o fructosa que le da el color ámbar y distinto sabor. Dijo. 

 

Sobre el proceso de extracción, mostró cómo cada cuadro cumple una función. Lo que sí es que cuando las alzas se extraen para colocar la miel en recipientes, es posible que se mate por accidente a la reina. Marlene y Víctor, ya ayudan en el proceso. Alimentan a las abejas, y ayudan con el ahumador en la extracción. Sin equipo especializado, los niños llegan al apiario y ya saben cómo introducir el humo para que la colmena baje a la cámara de cría, así entonces las alzas se “alzan” para depositar la rica miel en contenedores de 20 litros.