La memoria tiene estrías, y aunque muchos quisieran tirar en el chatarrero del olvido este 2020, la verdad es que lo recordaremos; así como aquellos que recuerdan el año de la peste (1800) “cuando la gente caminaba por la calle, de pronto estornudaba, y ahí quedaba tirada”, así lo escribió en algún momento el cronista (QEPD) Cornelio López Espinosa.
En 1812 fue justo cuando, para curar de esa peste (epidemia) se trajo por primera vez desde Atotonilco, al Señor de la Columna—que este año mágicamente apareció en el templo de San Juan de Dios—sin bullicio, sin fiesta, sin cohetes, sin fieles, y su fiesta fue en el corazón de cada devoto. La escultura continúa en el templo, hasta que la pandemia haya sido controlada, anunció el padre Dante en abril.
Y así, han venido cambiando las tradiciones centenarias, como el Santo Entierro, que se quedó en una procesión cerrada con el Cristo Yaciente en el Oratorio; el Santo Encuentro que sorprendió con los padres de la Parroquia de San Miguel Arcángel cargando una cruz alrededor del Jardín Principal.
Y otras costumbres—tradiciones—que si no son centenarias, son parte ya del imaginario colectivo, y que locales esperan con ansia—los visitantes las disfrutan—como la Fiesta del Valle del Maíz, donde el sentido de comunidad abunda, como la música, la pirotecnia, la hermandad, los olores, colores y sabores, también quedó en espera—probablemente una celebración tome lugar el 14 de septiembre, día de la exaltación de la Santa Cruz.
Sin embargo, septiembre está lleno ya, es el mes en que celebramos la Declaración de la Virgen de Loreto como Patrona Excelsa de la Villa de San Miguel el Grande; el Grito de Independencia, la Entrada de los Insurgentes; la fiesta en honor al Santo Patrono, San Miguel Arcángel, La Alborada—ofrenda de luz. Y si no fuera suficiente, ya el Festival Internacional de Cine de Guanajuato se anotó para el 18 de septiembre.
120 Mil
Cada año, el domingo posterior al 13 de junio, las banquetas de las calles del Centro comienzan a ocuparse por gente de todas las edades. Colocan bancos, o una almohada para sentarse. Desde las 8am, las personas con todo tipo de disfraces y adornos de oropel comienzan a llenar el arroyo vehicular de Ancha de San Antonio y Salida a Celaya, es el punto de reunión. Al tiempo que una misa ocurre en el atrio de San Antonio.
Es que es el día en que el pueblo se vuelve loco, no importa el calor, ni la humedad, ni los empujones, o pisotones—según el lado que se esté, entre los locos o los mirones—siempre hay la esperanza que las gotas de lluvia resuman en la calle, pero nunca ha ocurrido que este día llueva.
Todo es entonces alegría, fiesta, música, y dulces que vuelan por los aires antes de ser atrapados por una sombrilla “boca abajo”, o las manos rapaces de los niños que los buscan en el aire, en el piso, o los piden “dulces, dulces”.
Las autoridades han dicho que tan solo en 2019, ocho mil personas participaron disfrazadas como alguna criatura de ensueño, de cuento, del realismo mágico, de las pesadillas, de las películas; y 120 mil personas acudieron de toda la república para ver este espectáculo que, es literal, de locos desde donde se observe.
En una reunión de autoridades de gobierno, eclesiásticas, y miembros de los tradicionales cuadros—conglomerados de grupos—tomaron la determinación de cancelar este año el convite. El Jefe de la Jurisdicción Sanitaria II con sede en la ciudad, Jorge Vidargas, aclaró que miles de las personas que acuden a disfrutar del convite, provienen de ciudades cercanas, en las que (como en San Miguel), los casos continúan en ascenso. Es además un evento en que el flujo puede resultar incontrolable, y en el que sería imposible mantener las medidas de distanciamiento, para evitar contagios, y brotes, por eso se canceló el evento multitudinario.
Bendición peregrina
Durante el quincenario, peregrinaciones llegan a la parroquia de San Antonio de Pádua. Éstas provienen de 28 comunidades rurales y 10 colonias, parte de la parroquia. Sin embargo, este año será distinto. El párroco Antonio González dijo para Atención que en un carro se instalará una escultura peregrina de San Antonio, y ésta recorrerá cada comunidad, y cada colonia para hacer una bendición. El párroco viajará con la sencilla caravana.
Cada 13 de junio, esculturas peregrinas de San Pascual Bailón (a quien originalmente se dedicaba el convite de locos) entran en peregrinación por la calle Nueva hacia San Antonio. Este año, así como música, pirotecnia, feria, y otras atracciones quedan canceladas.
La propuesta fue septiembre
Los responsable de los cuadros (cada uno aglomera a 13 grupos) Jorge Baeza, Patricio Espinosa, Josué Patlán y Fernando Peralta estuvieron de acuerdo con la cancelación. Aunque sí dijeron que darle la noticia a las personas que cada año participan fue dura. Y es que desde un año antes comienza a trabajarse en el tema que llevará cada cuadro, las esculturas, estructuras, máscaras, ropa, todo. Ya cada persona tiene su actividad.
Aquí participan costureras, escultores, cocineras, herreros, carpinteros, albañiles, es un pueblo volcado en fiesta.
Así quedaron guardados en una caja de tráiler las estructuras que como base usa el cuadro de la familia Soria. El señor Montiel, tuvo que guardar los moldes de máscaras, y claro, el trabajo disminuyó, por tanto la economía resultó impactada. Las mojigangas y creatividad de los Cholulocos quedó en su pasillo descansando; y los integrantes del cuadro El Cachir, conocen que pueden aun echar mano del material en 2021.
Jorge Baeza sí aclaró que la Dirección de Cultura y Tradiciones ofreció que se desarrollara el convite en septiembre, pero entre los directamente involucrados decidieron decir no, porque “el convite de locos es en junio, y no se cambia”.
Los hortelanos, el inicio de Los Locos
En el pasado, San Miguel estaba rodeado de huertos, sobre todo en el área del parque; se cosechaban: peras, manzanas, ciruelas y otras frutas de temporada.
Anualmente, cuando llegaba el tiempo de la cosecha, los dueños de esos huertos abrían las puertas para que los trabajadores—recolectores—y sus familias pudieran comer todo lo que quisieran. También se llevaba a cabo en las iglesias una celebración religiosa en la que algunas personas vestidas de hortelanos—vestuario que consistía en overoles, botas y camisa de manga larga, con sombrero—bailaban en honor a San Pascual Bailón. El público en general comenzaba a sentirse atraído por esas danzas y por eso comenzaron a reunirse anualmente para presenciar la ceremonia.
Al ver los hortelanos que ya no había espacio para bailar, decidieron ponerse máscaras, para ahuyentar a la gente y tener espacio para su ritual. También cargaban animales como zorrillos, hurones, pelicanos, armadillos y otros. Por ello la gente comenzó a llamarles locos. De allí surgieron los grupos de la ciudad, que ahora bailan en todas las festividades religiosas, agrupándose para rendir tributo a San Pascual Bailón el domingo más cercano al 13 de junio, fecha en la que también se celebra a San Antonio de Padua a quien se le rinde cultos en la parroquia de San Antonio, donde anteriormente, también se encontraba la imagen de San Pascual Bailón que ahora se guarda en el templo de San Juan de Dios.