Ahora Mama Mía opera con un staff de 150 personas, y en un edificio emblemático se preparan para un nuevo éxito. Pero era Adrianos, estaba solo en la habitación de Posada La Fuente; un hotel que por su calidad atraía a viajeros con las mismas características que al no tener para pagar, se escapaban de las habitaciones por las ventanas de calle Jesús. No se sabe si se robaron algo. El patio estaba sucio, con heces de perro por todas partes. Era malo el hotel, y el restaurante era un fracaso.
Umarán
En un universo paralelo, Bertha Vázquez había ido a Francia para estudiar, luego trabajó y los empleadores le dieron una habitación con la mejor vista de Paris. Ya no regresó a México. Por otro lado, José Luna ya se había casado, tenía dos hijos—luego se divorció—y en un caso fortuito conoció a Bertha, que ya había regresado a Ciudad de México. Ella pintaba, él escribía.
La pareja llegó a San Miguel, para continuar con sus sueños bohemios, de color, de música. Encontraron Adrianos, operado entonces por Omar, un joven emprendedor, pero con un lugar fracasado por la mala administración, y tipo de vida de los operadores.
Pepe, y Bertha, que hablaban inglés, francés, español, no solo entendieron a los visitantes de entonces, sino que se enamoraron de la ciudad, y así compraron la marca Adrianos. Más tarde, el propietario del edificio les rentó también el hotel (Umarán 8) que estuvo a punto de ser clausurado por turismo del estado—hablamos de 1975—pero los nuevos propietarios no esperaron, la verdad es que no les interesaba, despidieron a los inquilinos y comenzaron a crecer el restaurante.
La comida era mala de inicio, ni el chef valía la pena; solo la persona que hacía la Pizza. Más tarde vinieron con el nombre, que fuera “ad hoc” al lugar italiano Mama Mía. Claro que luego vino un personaje del norte, quien propuso usar el nombre en una cadena de pizzerías, al no ceder Bertha y José, el aprovechado quiso robarse la marca, pero Mama Mía San Miguel ganó el caso en los tribunales.
Ante los celos del éxito, considera hoy Pepe y Bertha, Mama Mía fue clausurado, luego abierto por órdenes del gobernador de Guanajuato; también los restauranteros de los 80 deseaban que el lugar cerrara por considerar que el restaurante y bar realizaba actividades ilícitas, sin embargo al no comprobar las suposiciones, desistieron de unirse en una carta para la autoridad.
Antes de llegar a su cumpleaños 45, Mama Mía de Umarán 8 debió cerrar su puerta, no únicamente por el Covid—19, sino por temas de renta—que fueron a la alza—y por contratos que convenían más a los propietarios del inmueble, que a los propios operadores del restaurante bar. Pero esa “caída” ya se veía venir desde hace dos años, así que los dueños se adelantaron; una de las opciones fue un edificio de calle Pila Seca; pero el trato—indicó José Luna para Atención—se cerró con un cliente previo a su cita. Así que encontró el edificio de Hernández Macías 91.
Un inmueble con historia vaga
El edificio estuvo habitado hasta previo al cierre del trato con la Impulsora Turística Luva S.A de CV. La Perito Responsable de la Obra (y especialista en Restauración) habló con Atención. Explicó que los primeros indicios de la construcción datan de 1890—cuando se habría terminado la obra. Atención realizó un recorrido por el edificio que cuenta con dos patios o crujías. En el primero se encuentra una fuente de cantera, además de algunas columnas estilo dórico.
La perito aseguró que al Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo que le interesaba que se preservara era la fuente, las columnas, además de la arquitectura de la casa, por ello “no se alteró el espacio. Son las mismas ventanas, puertas. Anteriormente era un espacio habitacional, ahora será comercial”, aseguró.
Mencionó que se debe restaurar y dar fuerza a la fuente—pero el INAH dictará las condiciones. También se trabajará para preservar la base y las columnas que, soportan una estructura de PTR mal colocada. El piso se preservó.
Para conectar el segundo patio, se había abierto un arco, mismo que el INAH ordenó cerrar, y dejar la barda original—y así se hizo.
La construcción, por el lado derecho—si se ve desde la puerta principal—se extiende hasta el fondo; aquí dijo la perito, se preservó igual el edificio, incluso los pisos, en los que solo se instaló plástico antiderrapante por ser el lugar en que se encontrará la cocina; igual el aplanado se debió hacer liso. Pero “incluso los colores a la cal se respetaron”.
Lo más histórico
Los representantes del lugar, junto a su perito experto en restauración, brindaron acceso a los planos arquitectónicos (y otros documentos oficiales) a este medio, los explicaron, y mencionaron que existe el permiso para la colocación de un domo para cubrir el área (segundo patio).
En la huerta del espacio, en que sí se deshicieron de una palmera, se han preservado los árboles, algunos incluso, como un aguacate, con troncos huecos, y a los que según expertos, le queda poco tiempo de vida, sin embargo se preservan. Este huerto, indicó la responsable de la obra se ha conservado cada árbol y de hecho el restaurante-bar está haciendo lo que debe para adecuarse al espacio y no viceversa.
Entre el segundo patio, y el huerto, se encuentra una construcción que los anteriores dueños usaban para atar cuerdas, y usarlas como tendederos. “Me dijo un restaurador que se trataba de un paraninfo, un espacio en el que se recitaba poesía. Aún no tenemos idea sobre qué haremos con el espacio, lo que sí, es que se queda y debemos protegerlo y preservarlo” mencionaron los responsables de la obra.
La restauración de esta edificación, paraninfo, ha iniciado, y se le ha inyectado cal, con instrucciones del Isntituto Nacional de Antropología. Sí se construyó una bodega en la parte trasera “con autorización del INAH” mencionó la perito.
Finalmente, aseguró que el edificio se ha respetado; no se ha modificado de su condición original; de hecho “hasta las barras están sobrepuestas” y es que sobre el edificio no puede haber construcciones fijas. Sobre posibles ruidos en la zona—que es habitacional y comercial—la responsable indicó que por el tipo de construcción, no se requiere aislantes de sonido. Finalmente, indicó que no hay autorización para terraza.
Apertura
La pareja que, que tuvo entre sus ideas—últimas—dejar que Mama Mía se extinguiera, no desistirá en la apertura de la terraza, aunque ello dependerá de la autoridad local, y del INAH. Remarcaron que su staff fue reducido debido al tema mundial—evidente—pero están listos y dispuestos para regresar en cuanto el lugar abra.
Aún queda concluir la obra, entregarla a INAH y entonces tener la luz verde para abrir. Se espera sea este mes de junio que marcaría el cumpleaños 45—el concepto, sería el mismo de Umarán—lo único que cambio sería el edificio.