Por Melanie Harris

Una tarde dominical, mientras disfrutaba de un hermoso día de primavera, Yuliya Lanina escuchó cómo la pandemia llamaba a su puerta y amenazaba con cambiar la vida que tan delicadamente mantenía en equilibrio. A medida que los días se convirtieron en semanas, parecía que las malas noticias seguían llegando: actuaciones canceladas, residencias canceladas, la lucha diaria de la educación en el hogar al intentar crear arte y enseñar cursos en línea. Era una artista que había estado encontrando sus mejores conexiones a través de presentaciones en vivo (como la que hizo en el Teatro Santa Ana – Unmasked – en junio 2019) donde podía conectarse con su audiencia en vivo y ahora todos los lugares estaban clausurados.

Los tiempos cambiaron para todos nosotros alrededor de ese mismo domingo. A medida que Lanina cambió, también cambió la forma en que creó el arte, tanto en su propósito como en su contenido. Por un lado, comenzó a trabajar en pequeños collages que envió por correo a los profesionales médicos que trabajaban en los pabellones de Covid como un mensaje de solidaridad y en memoria de su madre, quien fue médica. Un principio de su enfoque artístico siempre ha sido formar una conexión auténtica con los demás y esta necesidad de llegar a otros se intensificó durante la pandemia casi como una reacción a las restricciones impuestas sobre ella.

El trabajo en línea, visitas médicas en línea, la escuela en línea, las compras en línea, la familia en línea, la naturaleza en línea, todo en línea se convirtió en nuestro modus operandi colectivo. Lanina abrazó el brote metafórico de este apéndice de la pantalla como un dispositivo para compartir su obra de arte. Como animadora, ya había dominado la pantalla y la había pasado y se había adentrado en ella como una intérprete activa que se sumergía en sus animaciones. Lanina volvió a centrarse en ayudar a su audiencia a trascender las experiencias de la pantalla plana para sumergirse en el arte de una manera segura a través de la pantalla. Este fue el nacimiento de su nueva colaboración de realidad virtual, One Sunday Afternoon.

One Sunday Afternoon (Una tarde dominical) es una inmersión de 3 minutos en el fantástico mundo de Yuliya Lanina. Esta obra de arte semi-performativa tiene un hermoso diseño de sonido de Chris Osley y el desarrollo de Unity por MJ Johns. La experiencia de la realidad virtual es similar a entrar en sus pinturas y descubrir su subconsciente fantástico. Cada invitado a la actuación recibirá un casco de realidad virtual y unos audífonos para una experiencia segura al aire libre. Luego, lo acompañarán a un hermoso parche de la naturaleza cerca del viñedo para disfrutar de la inmersión de 360 grados. La experiencia es gratuita, pero requiere reservar en: www.contemplo.mx/programatuvisita. Otras animaciones de la artista estarán a la vista en el nuevo espacio de arte CONtEMPLO en la capilla del viñedo. Curaduría por Melanie Harris de Maycotte.