QEPD “El Motor”.
Este artículo, fue publicado originalmente el 10 de agosto, 2018. Hoy recordaremos su chiflido, y las tortas de todos los ingredientes.
Por Karla Ortiz
¿Quién no ha comprado una deliciosa torta de guisado de “El Motor”? Sí no lo has hecho, ponte las pilas y ve a buscar rápido ese chiflido tan característico que anuncia la llegada de “El Motor,” al Jardín. Manuel López Ríos, de 68 años de edad, mejor conocido como “El Motor”, es un personaje reconocido por cualquier sanmiguelense. Si no lo conocieron de las tortas, seguro lo conocieron al andar en los camiones.
¿Porqué “El Motor”?
Manuel nos contó que a la edad de 14 años, trabajaba en un taller de carpintería. No recuerda por qué motivo, pero un día le dio por intentar mover de “puros jalones” un volkswagen, lo agarró de la parte de atrás en donde está el motor y poco a poco comenzó a moverlo hasta que lo dejó atravesando la calle. Una persona que estaba en una tienda lo vio y le grito “ay caray, motooor”, y de ahí fue que todo mundo comenzó a llamarlo “El Motor”, quien a puros jalones, pudo mover un coche.
Las famosas tortas
Ahora explicado eso, te contamos cómo fue que llegó al negocio de las tortas.
Desde muy niño le encantaba la idea de ser como su papá, quien era un chofer. Comenzó a manejar coches de sitio (taxis), urbanos, trasladaba coches nuevos, llevaba mercancía de ciudad en ciudad, etc. Duró mucho tiempo en el negocio de autos, hasta que un día terminó con esa faceta, ya que varias veces lo intentaron asaltar con todo y coche. Le pareció peligroso continuar ahí, así que se salió y comenzó a buscar en otro oficio. Le ofrecieron un lugar como cantinero en un pequeño centro botanero que estaba ubicado en “El Chorro”, lo que después se convirtió en una lonchería y la cual hoy está cerrada. Después de que le pidieron que se saliera del centro botanero, comenzó a vender tacos de canasta, pero para él era muy difícil subirse a los camiones con las salsas y la canasta de tacos, hubo ocasiones en que casi se cae y tiraba las salsas, prefirió buscar otra opción y es así como se le ocurre vender tortas de guisados. Sabe cocinar solo de ver a su madre hacer guisados y gracias a que desde niño se enseñó a poner los frijoles. Él mismo prepara todos los guisados. Un día normal en la vida de Manuel, comienza a las 7 de la mañana; se levanta a freír los frijoles, cortar y pelar chiles y cebollas, para que a las 10 de la mañana salga la primer tanda de tortas, incluso hay gente que va hasta su casa a pedirle 5 o 6 tortas recién hechas. Antes elaboraba hasta 100 tortas el solo, pero ahora con ayuda de sus hijas hace tan solo 50 o 60, y no por que se le queden, sino por que hacer más le representa más esfuerzo, y para su edad, ya quiere comenzar a ver más por él que por sus tortas. Sin embargo, está decidido a que su negocio no se acaba hasta que Dios le de licencia de seguir viviendo. Así seguirá con su rutina diaria de levantarse temprano para comenzar a hacer los guisados.
Actualmente tiene más de 20 años vendiendo sus famosas tortas, pero hoy, sus hijas le ayudan a hacer la limpieza en la cocina y a envolver las tortas en servilletas de colores para distinguir fácilmente los sabores. Diario hace tortas de carnitas en salsa, chicharrón, huevo, bistec, jamón, queso de puerco, papa y frijoles, aunque todas llevan sus frijolitos. Hay veces que incluso viene gente de Querétaro a comprarle hasta 30 tortas, también la oficina de migración le compra una buena cantidad, Manuel quiere pensar que se las llevan para dárselas a los migrantes que agarran. Se queda en su casa hasta la 1 o 2 de la tarde y sale a vender las tortas que le sobran. Sube por Canal, agarra un pedazo de Quebrada, luego da vuelta por Umarán y dobla en Zacateros, muchas veces se le acaban antes de llegar al jardín. Rara es la vez que se le quedan las tortas, a veces le sobran como 4 o 6, mismas que va a vender a las cantinas, donde seguro le compran todas. Manuel va chiflando en todo su trayecto, mucha gente le responde con el mismo chiflido, avisándole que se pare para comprarle una torta. Hasta hay gente que lo ve desde su coche o desde un taxi y se paran a media calle para comprarle.
Vende de lunes a viernes, y a veces también los sábados. Además de tortas, también a veces hace carne tártara y medula, la hace especialmente para la gente que se la pide o avisa a sus clientes que va a tener medula para que pasen por ella.
Una vida de excesos
Tiene ocho años divorciado y dos años y ocho meses sin consumir una sola gota de alcohol. Manuel asegura que su fama no se debe a las tortas, sino a la cantidad de amigos que hizo en las cantinas y en las fiestas. Él mismo reconoce haber fallado alguna vez a su negocio por culpa del alcohol y que por culpa también de la bebida, desaprovechó muchos buenos momentos de su vida. Desde que estaba en el negocio de los transportes sacaba muy buen dinero, mismo se que iba en las cantinas, incluso antes de casarse, ya tenía problemas con la bebida, pero así fue toda su vida. Después de mucho tiempo comenzó a ver las secuelas que le dejaba estar tan metido en su vicio, comenzó a ver cómo sus amigos y conocidos fallecían o se enfermaban, su matrimonio terminó por disolverse y su salud empeoraba. Se dio cuenta que necesitaba hacer un cambio por él, por su salud y bienestar. “La vida es muy difícil, hay que aprender a sobrellevarla por que en realidad se batalla mucho”, agregó Manuel López.
Planes para el futuro
No piensa dejar su negocio de las tortas, le ha tomado mucho cariño por que es básicamente su vida, pero sobre todo por que sabe que a su edad ya nadie le daría trabajo y las cuentas no se pagan solas. Su meta es juntar el dinero suficiente para pagarse medicinas, la renta, los servicios, y empezar a trabajar menos.
Quisiera que sus hijas continuaran con el negocio de las tortas, porque sabe que con 50 tortas que vendan diarias, fácil se mantienen. Aunque sus hijas quisieran poner un local, pero él les dice “si no lo hice cuando estaba más joven, ahora menos de viejo”.
Así que ya saben, de lunes a viernes, al escuchar el chiflido de “El Motor”, salgan de su casa u oficina, aunque sea para devolver el chiflido, pero Manuel invita a todos a que le compren una torta y prueben su sazón, que la tradición de estas características tortas no se pierda. Además, recomienda que prueben la de bistec, una de sus favoritas. “Cuando escuchen mi chiflido, salgan a verme y ya de paso, compren una torta”, concluyo Manuel López “El Motor”.